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El alquiler

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Uno de tus primeros retos al llegar a Buenos Aires será conseguir un lugar para vivir. En la ciudad, más de un tercio de sus habitantes alquila.

Es un número bastante grande, por lo que pudiera pensarse que el tema de alquileres debe estar bastante simplificado. De hecho, en muchos países este puede ser un tema relativamente simple, donde casi siempre arreglas con el dueño o la inmobiliaria y básicamente solo necesitas la plata y demostrar que tienes con qué pagar el alquiler mensual. Pero, te tengo noticias: por estos lados suele ser, más bien, un poco complicado.

Para alquilar, puedes hacerlo con una inmobiliaria, sí, o con un “dueño directo”. En general, te solicitarán una garantía que puede ser propietaria, de sueldo o un seguro de caución. Tres elementos que te pueden ser desconocidos al llegar. Lo más común es que te pidan solo uno de los tres, y en raros casos, una combinación de ellos.

Una garantía propietaria implica, en pocas palabras, un documento notariado donde otra persona ofrece una de sus propiedades como garantía para tu alquiler. En muchas ocasiones, este requisito puede ser más complicado como, por ejemplo, que te exijan que la propiedad en cuestión esté ubicada en CABA, e incluso hay quienes pueden ser más estrictos y solicitar que además, sea de un familiar directo tuyo. Como ves, no es algo que todo el mundo pueda cumplir. Ni siquiera muchos de los propios argentinos lo logran. Gente que viene de otras provincias o muchos de los que deciden iniciar sus vidas solos o con sus parejas, se las ven cuesta arriba con este tema de las garantías.

Sin embargo, quizás (y con suerte) puedas negociar que en lugar de la garantía propietaria te acepten un seguro de caución. Cuando yo llegué era complicado que te lo aceptaran así; ya años después ha ido cambiando la cosa, y hay más apertura a tomar estos seguros como garantía. Esto se lo puedes comprar al banco o contratarlo con una agencia financiera y su precio es de entre uno a tres meses del alquiler convenido, según la oferta que elijas. Generalmente te solicitarán tener una cuenta bancaria con antigüedad de unos tres meses o más, e incluso puede que te pidan tener algún garante y cierta antigüedad laboral, por lo que tener un trabajo “en blanco”, que es un trabajo legal, se puede convertir en un prerrequisito, si no, con un emprendimiento propio o inversiones que te permitan presentar una demostración de ingresos, y eso, comenzando para la mayoría, está complicado.

Existe la posibilidad, casi siempre en negociación con “dueño directo”, es decir, sin inmobiliarias de por medio, arreglar una garantía de sueldo. En este caso, el dueño te pedirá los recibos de sueldo tuyo y de, por lo general, al menos dos personas más, con cierto nivel de ingreso fijado por el mismo dueño. Ante esto, tus garantes y tú deben acudir al notario a firmar los compromisos al momento de alquilar.

Ahora bien, cuando ya te decidiste por un apartamento o una casa, debes aprender que la forma de distribuir los espacios y negociarlos cambia en Buenos Aires con respecto a cómo vienes acostumbrado de Venezuela. Mientras que allá hablabas de un tipo estudio, o uno de tantas habitaciones, más recibo/comedor, cocina; aquí se habla de ambientes.

El tipo estudio es un monoambiente, tiene un solo espacio para que te sirva tanto de habitación como de sala y comedor todo junto, y puede incluso que la cocina esté en el mismo espacio o solo una barra la separe o con suerte tenga un espacio aparte. Obviamente el monoambiente tiene su baño separado, pero en general es un lugar pequeño donde tendrás espacio solo para lo necesario, ideal para que viva una persona sola o una pareja sin hijos, como mucho.

Cuando la habitación está separada del espacio que sirve de sala/comedor, tienes un «dos ambientes». Es decir, típicamente es un lugar con una habitación, sala/comedor, un baño y la cocina. Cada habitación adicional es otro ambiente. Entonces, un «tres ambientes» es uno de 2 habitaciones, sala/comedor y cocina. O sea, ni la cocina, ni los baños ni los balcones cuentan como ambientes, pero las salas y habitaciones sí.

En todos los casos, la sala se conoce como living y como en Capital lo más seguro es que consigas un departamento antes que una casa, puedes tener suerte de conseguirlo con balcón, o con patio en la planta baja, aunque muchos, tristemente, te darán una vista al pulmón del edificio.

Muy similar, están los PH, que se consiguen mucho en zonas de los barrios de Palermo, Núñez, Saavedra, Villa Urquiza, Coghlan, por nombrar algunos. Son el punto medio entre un apartamento y una casa. O están en la planta baja o en los primeros pisos, y suelen tener una terraza y otros espacios. Pero el tema de las divisiones es el mismo.

Todo esto de las divisiones viene a cuenta porque en función de los ambientes, de la zona, de la antigüedad del inmueble, de las comodidades que tenga, se habla de precio. Volviendo a pensar entonces en los requisitos, es de suponer que recién llegar a vivir a Buenos Aires puede resultar complicado para muchos. Si apenas llegas, no tienes parientes directos con propiedades, amigos con buen sueldo, cuenta bancaria en un banco en la Argentina, un empleo con antigüedad ni inversiones, entonces es posible que debas optar por alojamientos para turistas, mientras se dan las condiciones para mejorar tu arrendamiento.

Las opciones para turistas son bastante precarias, y en muchas ocasiones no son precisamente turistas quienes se hospedan sino inmigrantes que se están recién estableciendo o parejas que comienzan a convivir juntas.

Básicamente puedes vivir en un hostel, en una pensión, en una habitación o en un departamento temporario. De entre estas opciones, la mayor libertad, confort y privacidad te los puede brindar este último. Es simple de alquilar. Solo necesitas la plata y firmar. Como acá un alquiler “normal” se arregla por dos o tres años con un ajuste legal de precio anual o semestral, según van variando la ley, lo temporal de estos resulta en que los contratos se celebran cada seis meses, plazo en el que seguro tendrás nuevos precios, además de que, de entrada, ya son mucho más costosos que un alquiler normal. Por lo general, la mayoría de estos alquileres se arreglan a través de inmobiliarias.

Sin embargo, decir que un temporario es más caro que uno convencional puede agarrarse con pinzas si uno se pone a hacer cuentas. Puede que sí o puede que de casi lo mismo. De entrada, lo que se paga por concepto de alquiler, sí es más caro en un temporario, pero estos, generalmente, incluyen en esos precios todos los servicios: agua, luz, gas, internet, hasta TV por suscripción con suerte. Sin embargo, las expensas, que es el condominio, casi nunca van incluidas en el precio. Si a uno “normal” le sumas todas las facturas de servicios más el alquiler, quizás te lo pienses porque puede que no sea mucha la diferencia. Por otra parte, si piensas en la ventaja de mantener el precio durante un año con un alquiler normal, porque el ajuste legal es anual, bueno… la verdad es relativa. Más de un dueño e inmobiliaria te hará firmar contratos con ajustes semestrales como si fuera un alquiler temporario. Así que ahí te lo dejo. Saca tus cuentas.

Hago una acotación. El tema alquileres es sensible en la ciudad (en la Argentina toda, en realidad), y suele estar en debate constante en el congreso y con mucha presión de los gremios inmobiliarios y las asociaciones de inquilinos. Es medio un tira y encoge, por lo que para ser sensatos, la tinta en este libro es permanente y las decisiones del Estado muy volátiles. Cuando llegues, infórmate para confirmar detalles. Pero igualmente, esto te va a servir.

Sigamos. Si el presupuesto no te acompaña para un temporario, entonces una pensión o un hostel quizás te resulten convenientes. En los últimos, sus habitaciones suelen alquilarse por corto tiempo, desde uno a tres meses, aunque hay gente que se queda años. Básicamente, los hosteles son hoteles donde, como opción, puedes tener una habitación alquilada solo para ti o compartirla con una persona, pareja o un grupo que pueden rotar con cierta periodicidad.

Lo mismo son los hoteles familiares, que son las pensiones, establecidos en grandes casas repletas de habitaciones. Antiguamente, se les llamaban conventillos, pero ya solo la gente mayor se refiere a ellos de esa manera. La mayoría se refiere a ellos tan solo como “la habitación.” – claro, porque eso es lo que alquilas. Se comparten las áreas comunes que típicamente son los baños, las cocinas, lavanderos y patios. Por supuesto, habrá opciones entre opciones posibles. No es la casa con múltiples habitaciones y espacios exclusivos que tu grupo o tú quizás deseen, pero te servirá para aterrizar y terminar de ubicarte si el presupuesto viene corto. Los precios de estos alquileres suelen ser similares a los de los departamentos monoambiente o tipo estudio, solo que con otras condiciones de acomodo evidentes. Mientras más gente ocupe la habitación, más barato resulta de forma individual, puesto que el precio se distribuye igualitariamente entre los ocupantes. Como ventaja, se suele arreglar verbalmente con el dueño, le das la plata, te da un recibo, y no mucho más. Precario, sí, pero resuelve el techo.

Finalmente, puedes optar por alquilar un cuarto en una casa de familia, o en un mismo hostel o pensión. Hacer esto en uno de estos dos últimos establecimientos, implica que tú solo asumirás el costo que correspondiera a todas las plazas disponibles dentro de la habitación. Si la capacidad es para dos personas, puedes terminar pagando dos alquileres, si es de tres, tres alquileres, y así, con el fin de quedarte solo en la habitación. Mientras que, en casas de familia, te alquilarán una habitación a precio de uno o dos, y por supuesto, usarás ciertos espacios que son de la casa. Es raro que en una casa le alquilen a parejas o grupos, salvos que te alquiles la casa completa.

Así que, si vivías de forma más acomodada en Venezuela, es posible, según tu presupuesto, te toque vivir en condiciones menos favorables, por lo menos al principio. Esto para algunos representa un trauma después de llegar, pero todo dependerá de tu presupuesto real, de las oportunidades que se te presenten cuando estés en Buenos Aires y de tu capacidad de tomarlas. Por ejemplo, quizás puedas llegar a vivir en un lujoso departamento propio, o te contrate una empresa que te ayude a gestionar tu vivienda. La fortuna siempre es caprichosa y no todos tienen la misma capacidad económica, que es lo que determina grandemente en dónde terminarás viviendo al llegar.

Muy por encima de todo esto, ten en cuenta que los dueños en Buenos Aires suelen ser bastante quisquillosos, y a sabiendas de que la demanda suele superar la oferta, se ponen mucho más exigentes en tantísimos casos con condiciones tales como que no admiten parejas con hijos, que si no aceptan mascotas, que si todas las personas que ocuparán el inmueble deben trabajar, y una cantidad de cosas que te parecerán increíbles si la mala fortuna te tocase, y esa es una gran posibilidad.

Los conflictos pueden suceder

Un último consejo te doy: si un contrato dice que te entregan todo perfectamente, hazlo cambiar o no lo aceptes por muy necesitado que estés, porque la mayoría de las veces eso es mentira. Los lugares suelen tener vicios ocultos que los dueños e inmobiliarias conocen bien y no te lo dirán. Se harán los boludos, los Willie Mays, y cuando estés instalado los comenzarás a padecer. Haz fotos de todos los desperfectos que encuentres apenas ocupas el inmueble y acúsalas por correo (electrónico o postal, según convengan) como evidencia de la situación. Muchos de los propietarios e inmobiliarias se lavarán las manos, dirán que te entregaron todo perfecto y que tú lo dañaste, e incluso querrán que tú te hagas cargo de arreglar los problemas. Hay muchos dueños estafadores que te querrán hacer juicio para sacarte la plata a cuenta de supuestos daños. Me pasó y te lo advierto. No te confíes nunca de quien te alquila bajo contrato.

Para devolver un inmueble que alquilaste, labra tú mismo un acta de entrega de llaves y hazla firmar por quien te alquiló en ese momento. Si se niega a recibirlas o a firmar la entrega alegando daños, puedes pedirle el abandono del lugar y hacer la consignación de forma judicial o extrajudicial. No firmes nada, absolutamente nada al entregar el inmueble. Es el propietario quien debe firmarte a ti la devolución de las llaves.

Si te amenazan, no firmes nada. Mantén la calma siempre. Algunos usan estrategias bajas como grabarte, llamar o amenazarte con llamar a la policía, intimidarte, gritarte o pretender humillarte, para que te alteres y usarlo en tu contra. Te lo voy diciendo: cualquier problema por supuestos daños no es delito, es un asunto entre privados y la policía no tiene absolutamente nada que hacer allí, y si se presentare, no tiene autoridad en la materia. Más bien, anota los datos de los oficiales que pudieran prestarse a tal situación, no digas nada y radica una denuncia. Tú respira profundo, no digas nada. Podrán decir misa, que seguramente no tendrá validez.

Por eso, en caso de que tuvieses una mala situación como esa, míralos en silencio, no respondas, pide que se retiren con una sonrisa, aunque te estén haciendo mala cara y, sin dejar pasar ni un solo día más, dirígete a un juzgado de la ciudad. Si no sabes adonde, ve a Tribunales sobre la calle Talcahuano 624, explica la situación y allí te dirán cómo proceder. Es un consejo de pana que espero que nunca tengas que aplicar.


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