Pulsa «Intro» para saltar al contenido

Las costumbres

Está lectura te tomará 4 minutos aprox.

Al llegar a Buenos Aires, lo mejor que podrás hacer será esforzarte en asimilar la cultura y evitar cuestionar la forma de ser y hacer porteña. Ten en cuenta que las costumbres no son extrañas. El extraño eres tú. Aquí, quien tiene costumbres “raras” eres tú. Como buen consejo, para no perderte en el intento, “ponele onda” a la ciudad, porque ella no se adaptará a ti. Es solo un humilde consejo.

Te será más fácil comprender estas costumbres si eres consciente de que en Buenos Aires se asentaron muchos extranjeros que emigraron de Europa, especialmente durante más de 100 años, llegando muchos italianos. Tantos millones de ellos, que el siglo XXI comenzó con una Argentina donde aproximadamente el 62.5% de la población es descendiente de italianos. Si lo comparamos con Venezuela, donde también llegaron muchos italianos y por mucho tiempo fueron una comunidad extranjera notable, sus descendientes no representan una proporción tan significativa de la población. Las costumbres venezolanas tienen mayor influencia española, y una gran parte de la población tiene ascendencia española. Entonces, puedes entrar en un choque de venir de una tierra de mucho influjo español a una de mucho acento italiano.

Algo que te ayudará mucho es llegar a una tierra de inmigrantes desde otra tierra también de inmigrantes. Aunque en Venezuela el extranjero se “nacionalizó”, se mimetizó y se aceptó venezolano, en la Argentina muchos siguen llevando en su corazón la melancolía y el orgullo de la tierra de sus ancestros. No en vano, encontrarás mucha gente en Capital que siente mucha afinidad, e incluso identidad, por Europa. Además, la ciudad ayuda mucho en eso, porque Buenos Aires, en Capital, tiene mucho de ese aire europeo que fueron construyendo muchos arquitectos y urbanistas del viejo continente, a diferencia de la mayoría de las ciudades latinoamericanas.

La llaman la París de América, y su parecido con Madrid es amplio. Pero esto no es casual. En algún momento, los gobiernos soñaron con construir una ciudad con tales características. Incluso, encontrarás unos pocos a quienes les toma esfuerzo aceptarse como latinos. En Buenos Aires, hombres y mujeres se saludan con un beso. Muy europeo eso. Así que, si eres hombre, deja tus tabúes a un lado, que en Buenos Aires lejos de tacharte de homosexual, evitar saludar a tus compañeros y amigos con un beso podría ser visto más como un gesto maleducado o arrogante. En consecuencia, tanto a hombres como a mujeres, un hola y un beso. Salvo que se trate de una situación donde se deban conservar en exceso las distancias, tiende la mano.

Aprenderás a comer la pizza con los cubiertos En tu cumpleaños tú llevas la torta. El fútbol será conversación en el día a día, y cuando hay juegos, comprenderás los gritos de gol complacientes de tus vecinos. Aprenderás que ser fanático o hincha de un equipo es algo casi sagrado, y no querrás hablar mal del equipo de tus compañeros ni en broma a menos que quieras pelea.

En la noche te irás al teatro, a una pizzería, un restaurante, un bar o un boliche, que no es un bowling sino una discoteca. Los domingos son de asado con la familia y los amigos. El mate suplirá tu necesidad de líquido por mucho tiempo y en verano lo combinarás con jugo frío para convertirlo en un tereré. Si te irás a “casa de…” o “donde fulano” en Buenos Aires irás “a lo de…”, así que puedes ir un finde a lo de tus amigos o a lo de tus viejos.

Y ya que mencionamos el mate, es imposible reconocer algunas cosas sobre él. Es la infusión que más identifica al porteño. La tomarás todo el año y en todo momento. Comparte origen entre la Argentina y Uruguay, pero sabrás si no es un porteño quien lo toma porque en Buenos Aires no se estila llevar el termo bajo el brazo por todos lados. Eso es muy uruguayo. Un porteño se sentará, compartirá, pero rara vez lo paseará. Ten en cuenta que el mate se sirve en un pocillo llamado “mate” (sí, el pocillo es el que se llama mate), se prepara con agua a 75 grados sobre la yerba mate. Y no, la yerba no se llama mate, su nombre es “yerba mate”. Tampoco se toma con un pitillo. Ese instrumento se llama bombilla. Ahora sí, ya puedes disfrutar unos buenos mates.

Por otro lado, esta es una ciudad donde cada mes hay al menos un día feriado, e incluso, tratan de hacer la mayor cantidad de puentes posibles. Un finde largo es lo más esperado por los laburantes. En el carnaval desearás irte a otro lugar porque la ciudad queda desolada y si te quedas, las murgas de tu barrio te alegraran la noche en medio de un calor sofocante.

En marzo, te sorprenderás con las promociones de los bares por el día de San Patricio. En la Semana Santa se celebra la pascua y aunque no estamos en el Norte, aquí también verás conejos de pascua y huevos de chocolate por doquier.

Llegado diciembre, el día 8 todos armarán el arbolito, y extrañarás mucho tu tierra, porque en Buenos Aires, diciembre es lo más parecido a un mes cualquiera, sin fiesta ni algarabía, y sin embargo te desearán ¡felices fiestas! De hecho, olvídate de aquello de ¡felices pascuas y próspero año nuevo! porque obviamente, Navidad no es Semana Santa, no es pascua. Por cierto, que los regalos no los trae el niño Jesús, a quien ni se le menciona, sino a Papá Noel el mismo día 24 a la media noche.


Sé el primero en comentar

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *